Profesores:
Lic. María Ramos, Directora del Núcleo de la UGMA
en Guayana.
Prof. Henry Patiño, Coordinador General Académico.
Prof. José López, Coordinador General de Pasantías.
Profesoras Karina Pacheco y Salvadora Frontera,
Directoras de las Escuelas de Derecho y demás Directores de otras Escuelas. Autoridades
Universitarias.
Apreciados colegas profesores universitarios.
Queridos obreros, empleados y alumnos.
Invitados especiales.
Señoras y
señores:
Diríamos en lenguaje coloquial como el
título del libro del escritor García Márquez que: “Yo no vengo a decir un discurso”, con motivo del día del profesor universitario, pero aprovecho esta oportunidad, la cual agradezco, que se me ha brindado
generosamente como “Orador de Orden” para expresar en voz alta algunos
pensamientos y reflexiones de la vida universitaria, sobre nuestra Casa de Estudios,
institución que debe ejercer un rol fundamental en el desarrollo y formación moral, técnica, científica,
y social de las personas y de la nación, no sin antes recordar brevemente algunos
pasajes interesantes del origen y misión
que ha tenido la Universidad en el devenir del tiempo.
El 5 de diciembre de cada
año fue institucionalizado como día del Profesor Universitario por la
Federación de Asociaciones de Profesores Universitarios de Venezuela (FAPUC) y el Consejo Nacional de Universidades
((CNU) para conmemorar la sanción de la Ley de Universidades de 1958 a raíz de la caída del
régimen de Pérez Jiménez, dictadura que ensangrentó y enlutó al pueblo venezolano durante una década, y que en 1953 ordenó la supresión en la Constitución del rango que tenían
en Venezuela el derecho a la educación y los derechos laborales en la Carta Magna
de 1947, nuevamente recuperados en las Leyes Fundamentales de 1961 y 1999.
Este pasado 5 de diciembre se cumplieron 52 años de la promulgación a través del Decreto Ley Nº 458 de la Junta de Gobierno presidida
por el Dr. Edgar Sanabria, de esa Ley de Universidades de 1958, la cual incorporó una serie de principios logrados en la llamada
reforma de la Universidad de Córdoba en la Argentina en 1918, entre otros, el gran triunfo de la autonomía universitaria
ratificada por Decreto del 18 de diciembre de ese mismo año; el cogobierno de
profesores, alumnos y egresados; la investigación y extensión universitaria a la comunidad; el concurso y libertad de cátedra;
y los estudios gratuitos y acceso popular a los estudios superiores.
Se ha dicho que la reforma de Córdoba más que un cambio académico fue un movimiento de transformación en lo social
y en lo político en una sociedad todavía anclada en el coloniaje, cuya lucha tuvo repercusión en Latinoamérica y fue el punto de partida de la actual concepción
universitaria, adelantándose 50 años al movimiento y huelga de París en mayo
de 1968 en que los estudiantes de varios países de Europa en su lucha por una
nueva universidad y sociedad lograron el apoyo de los trabajadores, quienes promovieron
y efectuaron una huelga general.
Estudiosos de nuestra Institución
educativa afirman que fue el gran orador, abogado, poeta y destacado político
Marco Tulio Cicerón (106-43 a.c.), quien primero empleó
la palabra Universidad para identificar a todo lo que existía. Mucho tiempo después esta acepción fue usada por los juristas
de la Edad
Media para denominar a cualquier gremio o asociación que tuvieran
como objeto la protección y defensa de sus asociados.
Surgió en Europa en la ciudad de Bolonia la primera universidad como asociación o gremio de alumnos para defender sus intereses en los estudios, defenderse
de los propios maestros o profesores y autoridades de la ciudad. No se le atribuía la palabra
el significado de centro de estudios que tiene hoy , y fue en París donde
nació, se constituyó el primer gremio o universidad de maestros con la finalidad de proteger
los derechos e intereses de los docentes frente a los alumnos y a los funcionarios y gobernantes de la ciudad.
Con el correr del tiempo éste término
fue restringiéndose para distinguir a las asociaciones de estudiantes, de maestros, de ambos, que estudiaban, trabajaban
y participaban en los llamados “Estudios Generales”, que actualmente
serían los estudios universitarios, luego se le atribuyó a la palabra Universidad el significado que ha tenido durante varios siglos y que se mantiene en el
presente como Casa de Estudios Superiores, como nuestra querida ALMA MATER, fuente
de luces y de orgullo de cualquier nación.
Esos llamados “Estudios Generales” en el viejo continente tenían carácter
internacional, pues se exigía a las autoridades, para esos estudios, que aparte
de los estudiantes nacionales, tenían que tener participación obligatoria de
alumnos de otros países de Europa. Se requería además, que esos institutos educativos privados de educación superior enseñaran por lo menos Teología, Derecho y Medicina, y que las asignaturas fueran dictadas por
un número considerable de maestros con experiencia, buscando la especialidad
en el conocimiento. Las Universidades desde
su nacimiento evitaron que un solo maestro
fuera el sabio de varias materias o asignaturas, porque el docente universitario, y menos en la actualidad, en su preparación académica siendo el responsable de la educación y formación de los futuros
profesionales y ciudadanos, no puede tener un bagaje superficial de conocimientos, debe ser
un especialista con profundos estudios y conocedor de su materia, independientemente
de su formación moral, ética que es lo más importante en el docente y en toda persona, y
asì como debe poseer las herramientas modernas metodológicas y didácticas.
La Universidad de Bolonia es considerada como la primera institución de educación que
funcionó en la concepción moderna, enseñando
al principio solo la carrera de Derecho. La de París, en su fundación, fue la segunda con estudios de Teología.
En la ciudad de Bolonia los
estudiantes fundaron su universidad, es decir, su gremio para defender y proteger
sus derechos en los Estudios Generales. os maestros estaban subordinados a ellos, los alumnos eran quienes pagaban sus sueldos,
nombraban al Rector, que como nota interesante tenía que ser un estudiante, y esta autoridad nombraba a su vez a una Comisión
de Estudiantes que vigilaba, supervisaba la conducta de los maestros.
En cambio en la Universidad de París fueron los maestros los que se organizaron en los Estudios Generales en un gremio o universidad
para defender sus derechos, privilegios, y
quedaron los alumnos sometidos a ellos. Este fue el modelo adoptado mundialmente
y que tenemos hoy, porque el de Bolonia, con dominio de los estudiantes, desapareció
cuando el Estado asumió el pago de la remuneración de los maestros.
En conclusión, la palabra universidad en su nacimiento y por un tiempo
tuvo el significado de gremio, asociación; y se afirma que la primera vez que
se usó la palabra Universidad en el sentido actual “Casa de Estudios Superiores” fue en el Estatuto de la Universidad
de Oxford (Inglaterra) en 1252, pero fue
a partir del siglo XV cuando el término se generalizó.
En su nacimiento y durante mucho tiempo hasta el siglo XIX la misión de
la universidad fue, sencillamente, transmitir
sin mayores discusiones los conocimientos dogmáticos existentes por medio de
la lectura. Funcionaba como especie de un banco de conocimientos tradicionales, no existía ni la creación ni la investigación
o la innovación del conocimiento, independientemente del afán de creación y curiosidad que podían tener personalmente algunos de sus maestros, y de hecho muchos de ellos
hicieron importantes aportes de conocimientos y métodos didácticos de aprendizaje, siendo la Universidad de Berlín en Alemania a
comienzos del siglo XIX la que empezó a agregar como misión la investigación,
aunque el aspecto docente seguía prevaleciendo.
Podemos hablar en occidente de la existencia de cuatro (4) modelos fundamentales
en cuanto a las funciones y misiones
de la Universidad: el modelo inglés le da mucha importancia
a la formación general, integral del estudiante; el alemán, da prioridad a la investigación sin descuidar la formación docente;
el francés hace más hincapié en la capacitación y formación profesional; y el
norteamericano, promueve una universidad al servicio de la comunidad para contribuir a resolver los problemas nacionales y regionales, y a partir del envío del hombre a la luna, ha dado gran importancia al campo investigativo.
Creemos que esos cuatro
modelos no son excluyentes, son importantes esas funciones, deben ser
concurrentes sin analizar en forma general en este momento ¿cuál debe prevalecer, cuál debemos tomar o adoptar en Venezuela?
Por encima de la prioridad de algunas de esas misiones en Venezuela debemos
definir y revisar esas funciones para establecer un sistema propio que se adapte a nuestras realidades, para que las universidades
no sigan siendo entes aislados, autista que estén contribuyendo muy poco en líneas
generales, salvo las excepciones, a la solución de los grandes y pequeños problemas
sociales ,y fundamentalmente para que los millones de venezolanos marginados
de la educación y de los elementales bienes y servicios, salgan de esa situación y se les incorporen
con dignidad al desarrollo económico y social del país.
La misión de la Universidad en su historia ha cambiado y debe hacerlo, debe transformarse continuamente. No queremos una universidad
hecha, definitivamente pensada y dormida. Con la reforma de Córdoba en 1918 quedó sepultada la vieja concepción universitaria.
Hoy, por lo menos en teoría, se promueve una institución democrática y autónoma, principal bandera para asegurar la independencia
del conocimiento en la búsqueda de la verdad, y no dejarse presionar por los gobiernos de turnos en su misión, y conceptualmente
como nuevas tareas no solamente se mantiene la académica, formativa del estudiante, sino se incorporaron definitivamente,
la investigación y la extensión hacia la comunidad,
Sin embargo, estas tres tareas importantes de las universidades es tiempo
de revisarlas, hacer una evaluación sincera para saber si realmente se han logrado en
la práctica, porque no es suficiente para su buen funcionamiento y el logro de sus objetivos, las declaraciones, los principios
y las normas en su aspecto teórico.
La crisis que viven las universidades, no solamente las de aquí ,sino en otros países, más que económica es una crisis producto de varios factores, inclusive de elementos
internos de la institución, pero también es reflejo
de la crisis del hombre y de la sociedad. Es función y deber del Estado asignarles recursos económicos, pero ellas no se pueden
quedar cruzadas de brazos esperando únicamente las partidas oficiales, tienen que lograr el auto financiamiento, con diferentes recursos importantes a través de la investigación,
de la creación de empresas rentables y otros medios, y entendemos que el problema reside en parte, porque las universidades, salvo muy pocas, no cultivan o han
abandonado el campo de la investigación, situación grave para el aporte científico que deben hacer al desarrollo del país
y solución de problemas, y asimismo, se han acostumbrado al paternalismo estatal, pareciera que sus miembros y autoridades perdieron el sentido de creatividad.
Las Universidades, su comunidad, deben ser centros permanentes
de la lucha democrática por el derecho, por la justicia, por la independencia de los poderes, por el respeto de los derechos
humanos y los derechos en general, no solamente cuando el trasgresor sea el Estado,
sino cuando lo fuera cualquier ente. Por ello, el ejemplo debe comenzar por casa y las mismas ser las primeras respetuosas
de los derechos y beneficios de su personal, respetuosas del cumplimiento de las leyes.
Como profesores nos sentimos contentos de pertenecer a la familia de la
UGMA, y conscientes estamos que la institución cumpliendo una
función pública es de la comunidad, no le pertenece espiritualmente a sus dueños o promotores. Los profesores, el personal
administrativo, los obreros , los estudiantes y sus mismas autoridades, somos los pilares fundamentales,
los principales accionistas morales y de esta universidad, que pertenece no solamente de Guayana sino a toda Venezuela, porque a ella vienen a estudiar alumnos, jóvenes
y adultos de todos los rincones del país. No cabe la menor duda de que
somos la universidad pionera de la región, ese
respeto de la comunidad no nos ha caído del cielo, esas estrellas nos las hemos ganado con nuestro trabajo, con el trabajo
y dedicación de todos, pese a las remuneraciones que tenemos, sin dejar de reconocer, porque seríamos mezquinos, injustos, que en los últimos años, también con el esfuerzo y voluntad de la institución de sus promotores, y el aporte de la Asociación de Profesores, hemos logrados y seguiremos logrando una serie de beneficios y derechos que muy pocas universidades privadas del país tienen.
Es del dominio público de la comunidad universitaria, la incertidumbre
y malestar que estamos viviendo el profesorado de esta Casa de Estudios por la llamada parametrización o por la forma en que
se ha venido implementando en la práctica. En nombre de ella se les ha cambiado unilateralmente la dedicación de algunos docentes,
y a otros, les han asignados materias en que no tienen especialidad o experiencia,
son situaciones contrarias a los principios laborales constitucionales y educativos que
desmotivan a su personal, perjudica y afecta a los docentes y a la misma Universidad en su prestigio. No debemos olvidar que somos miembros de una misma familia, la de la UGMA, que todos queremos
y estamos obligados a cuidar su imagen, así como deben las autoridades contribuir
a mantener el privilegiado reconocimiento que ha ganado la Universidad
en la región.
Por otra parte, en estas reflexiones o preocupaciones que he manifestado en voz alta, nosotros los profesores tenemos
que hacernos también nuestra auto crítica, y no hoy sino en forma permanente, porque como humanos que somos nos equivocamos
y tenemos nuestras fallas. Si se quiere, en forma súper excepcional es normal que en un momento dado tengamos flojera e incumplamos
nuestras obligaciones con la universidad, o porque simplemente no nos dio la gana, pero eso puede ser como dije la excepción,
no la conducta permanente, y de que siempre estemos buscando una excusa para no cumplir con nuestros deberes.
Como docentes todos nosotros, óigase bien, sin excepción, para mejorarnos
como educadores y como personas , si le exigimos a la Universidad, también tenemos que cumplir con ella, porque no es una obligación
unilateral, por lo tanto, debemos internamente preguntarnos, algunos de nosotros,
de noche con la almohada: ¿Cómo es posible que gritemos y nos vanagloriemos de ser buenos profesionales y fieles cumplidores
de nuestros obligaciones en los trabajos externos en las empresas o en las oficinas
en el ejercicio libre de cualquiera de nuestras profesiones, y aquí en la
Universidad siempre con una excusa incumplimos con los más elementales deberes de entregar a tiempo los recaudos, documentos e informaciones que se nos
solicitan; Cómo es posible que no presentemos dentro
del lapso establecido, las calificaciones de los alumnos; cómo es posible que
las dejemos acumular durante dos o más cohortes, y lo más grave, que nos neguemos
a revisar con los estudiantes las evaluaciones para señalarles las fallas y los objetivos no alcanzados, en una retroalimentación
en beneficio de los alumnos y de nosotros mismos? Estas preguntas y otras, tenemos que hacernos continuamente, porque estamos
nosotros los docentes de la UGMA obligados moralmente a mejorar
la calidad educativa y el prestigio de nuestra Universidad, y quizás a veces
no nos imaginamos o no nos damos cuenta, las consecuencias negativas que ocasionan todos
esos incumplimientos, a pesar que podamos ser excelentes profesores, con postgrados, componentes docentes y con infinidades
de cursos y larga experiencia docente y profesional.
En estas reflexiones hay dos puntos esenciales que
quería destacar rápidamente. Tenemos que lograr los docentes universitarios que
los alumnos, siendo adultos, se conviertan en dueños o responsables de su propio
aprendizaje, para no continuar con el paternalismo de que el profesor tiene que enseñarles o dictarles todos los puntos y
temas del programa, y ellos siempre copiando en clases los puntos
y comas como si estuviéramos en la universidad del siglo XIV; no le creamos la responsabilidad de investigar
y estudiar por su cuenta todos los puntos del programa, aunque el profesor no lo haya explicado en clases, porque él no es
sino un facilitador y orientador del estudiante a este nivel universitario.
Estamos obligados a terminar con el apuntismo señalado y cultivemos en los alumnos el hábito de consultar y estudiar por varios libros y demás material de apoyo. En mis años de ejercicio docente, no he vacilado ni he tenido el temor sin importarme
las reacciones, de expresarles a los estudiantes-- aun luciendo fuerte y duro en el momento-- de
que “alumno que estudia por apuntes, será mañana un profesional mediocre”, claro está les explico las razones
de esa conclusión.
Algo que por ensayo y error he aprendido en estos largos 47 años, o breve tiempo si se quiere ver como es la vida misma,
que llevo ejerciendo ininterrumpidamente la docencia, es el error en que incurrimos de llenarles a los alumnos la cabeza con
mares y océanos de conocimientos inútiles, impertinentes, que no les servirán
de mucho en el camino. Debemos enseñarles los conocimientos, habilidades, destrezas y
las herramientas básicos y útiles para su educación, y fundamentalmente, cultivarles los valores esenciales de la vida para
que en un mañana, más que buenos profesionales, sean buenos ciudadanos, padres
de familia y trabajadores con sentido de responsabilidad y solidaridad humana.
Quiero terminar estas
reflexiones con un poema de mi autoría, el cual les dedico a todos los presentes
y en especial a mis apreciados colegas, mis amigos, que son parte de esa motivación de vida que me ha brindado esta hermosa región donde llegué hace once año
en este mes de diciembre,
un día 19, en que Dios y la Virgen de la Milagrosa después de haberme salvado la vida y la de mi familia
en aquel trágico deslave, diluvio en Vargas de 1999, me enviaron para esta emprendedora tierra, rogándoles a ellos en estos instantes
la protección para los miles de venezolanos y de otras partes del mundo que hoy,
por la inclemencia de las lluvias, están viviendo momentos trágicos, increíbles, que solo los sabe y los siente el que lo
vive en carne propia. Esos versos del poema encierran uno de los valores principales
que hemos venido perdiendo los seres humanos, y que estamos obligado a enseñarles
a nuestros alumnos, para que lo desarrollen y practiquen como principio esencial de la vida , más importante que una clase de derecho, de contabilidad o de matemáticas,
me refiero al valor de la solidaridad. Los
versos reflejan y simbolizan, además, una de las grandes fallas de la educación que antes
hicimos referencia, por la existencia de programas saturados de conocimientos inútiles, impertinentes. El poema lo titulé
“La Lección”, reza así:
LA LECCIÓN
Por qué soñar
si la vida es un sueño,
fuente de ilusiones
del que sólo despertamos
cuando logramos entender
el fin de la existencia.
Anoche en las nubes soñé
mi llegada a este mundo,
soñé que fui buen niño,
nunca crecí en el valle
de las ácidas plegarias,
anduve mi vida así,
era feliz porque no
sufrí en la escuela
donde sólo jugaba
con mis juguetes,
rompía cuadernos,
no teniendo que leer
o repetir estúpidas
muertas lecciones
sin formación de vida
o de trabajo hacedor,
no recibía regaños
de preceptores ciegos
carentes de vocación.
Anoche aprendí rápido
en el pozo de los sueños
la razón del estancamiento
de las ruedas de la
carreta,
porque en el difícil peregrinar
de la vida, no es saber
hacer la masa, aderezarla bien,
es hacer el pan y compartirlo;
no es vivir, es vivir con dignidad,
valorarnos y respetar lo humano,
no es saber leer, es aprender
y predicar las sabias lecciones,
levantarnos cuando la vida
sorpresiva o con clarines
sin clemencia nos derrota;
no es tener la diestra completa,
es extenderla en mano amiga,
sensible y en forma oportuna
a quien realmente la necesite.
Anoche soñé que solo soñaba.
¡Muchas Gracias!
Gilberto Bruzual Báez
Puerto
Ordaz, 9 de diciembre de 2010.
Centro Cívico, UGMA.