Gilberto
Bruzual Báez, 18-1-2009
A mi querida esposa, Nelly, fiel compañera
en las fuertes marejadas de la vida.
AROMÁTICO CAFÉ
Espléndidos molinos de café
pintan flores lindas con fe
en praderas, cielo y ciudades.
Exquisitos vientos aromáticos
hacen vibrar en son crismático
el arpa, cuatro, maracas,
pianos, violines y guitarras,
y temblar las finas cuerdas
del sensible y humilde corazón
sin importar la razón.
II
Risueño despertar sin estorbo,
un pensativo y lento sorbo
glorioso de un recién colado
de virtuosas y fértiles tierras,
embriaguez amorosa de las
aves,
éxtasis de felicidad refrescante
nos desprende velozmente
del esclavo tiempo desafiante.
Fruto bendito, réplica de paladín,
pequeño cuerpo cerezazo,
rojizo y amarillento su rostro,
blancas hojas de jardín,
suave euforia de jazmín.
III
¡Fastuoso sabor!
Molida semilla tricolor
de bullición para el olor,
de suave silbato sin temor
expira incienso para el amor
lámpara milagrosa, así pienso,
tiñe el paisaje inmenso
con sueño corto, intenso.
¡Oh gentil café! para soñar
las cosas bellas de la vida,
¡ remanso aroma¡ para olvidar
los sinsabores del peregrinar
en las feroces aguas del mar.
IV
Testigo invisible
de cuántos amoríos,
relámpagos bravíos,
romances melancólicos
en fogosos rayos
presente en cada cita.
Perfumada flor, una rosa,
rosas lindas para ella.
De esos recuerdos, huellas
fervientes en los labios quedaron
y el imborrable sello
en las copas donde bebieron
las estrellas convertidas en café.
En presencia de verdes ambientes,
brisas musicales de un piano,
suave como su sedada piel
recubierta de pura miel,
juramos quimeras promesas.
Hoy, con el correr veloz
del caudaloso río sólo sé
que con apasionado amor
bebimos las brumas del sabor
de los hechizados cafés.
V
¡Oh atalayor café¡
combatiente del estrés,
meditador en silencio
de las injusticias de la vida
jugadas por nosotros.
Cuando golpeamos a otros
no hay nunca injusticias,
las condenamos a gritos
si nos hieren fuertemente
las flechadas por los demás.
Sándalo de ilusiones,
envidiable arbusto.
Bendito regalo de Dios,
de la sabia naturaleza,
semilla eufórica llovida
de los altos jardines
donde siempre se cultivó
sin espinas y sin agua,
darnos faros de sombras
en los momentos dulces
o amargos del sendero,
en la faena, en el descanso,
en la guerra, en la paz,
con el llanto o la alegría,
en tinieblas o en la luz.
Para los críticos del goce,
fruto obsceno prohibido,
insomnio muy temido,
por su encendido roce.
Su aroma nos adormece
como tranquilos niños,
cristalino y más sincero
que el proceder indolente
del peligroso hombre
carente de grandes valores.
En el despertar de la mañana
su perfume roble nos concede
en corta campanada, una esperanza,
hace olvidar por segundos
largos
las tejidas telarañas de la vida,
de las tramas teatrales,
salvavida para que ella
merecerla valga la pena,
vivirla y disfrutarla podamos,
alejados de las dolorosas hienas
¡Pobre del hombre sin problemas¡
grandes o pequeños en su visión,
ciego por no entender la misión
divina en el grandioso universo,
y no cumplir con su minada
función.
VI
El campesino sin el llanto
antes de labrar su campo,
y ordeñar su querida vaca,
bebe el café sin traba
con el alegre cantar del gallo.
En la ciudad lo toman
como a bien se sirva,
comenzar muy temprano
el tormentoso transitar
saliendo apurado a la calle.
El preocupado peatón
volando como un halcón
y llevando en forma peculiar
su bullero cruel celular,
en pequeño vaso plástico
disfruta su inseparable
café,
aunque siempre llegue retardado
y reprendido sea en el trabajo.
VII
En los nuevos mundillos del café
en grandes y fuertes construcciones
modernas truenan interesantes
tertulias
entre personas activas, jubiladas
y hasta de enemigas del trabajo,
En ellos con el sol acondicionado,
en tardes o en noches de luna fría
con apasionada sabiduría popular
saboreando esta poética bebida
se discuten temas cotidianos,
políticos, económicos, deportivos,
y oscuras cuestiones filosóficas
como la inmortalidad del
cangrejo,
del ritual consumo del agua fresca
antes de ingerirse el merecido
café,
del por qué los padres pueden
con varios hijos, pero ellos hoy
no pueden con los rocosos padres
o del reptilismo, el más perverso
de los delitos de lesa humanidad.
VIII
¡Oh acólito café!
calmante de los hastíos,
grato ataché de segundos,
abanico de buen mestizaje:
frío, tibio o caliente, negrito,
fuerte, tinto, guayoyo, marrón,
o el tradicional café con leche,
nos deleita el dormido paladar.
Por qué olvidar los
híbridos espirituales:
un aristocrático irlandés,
-con nata y güisqui puro-
un gitanillo o el tal carajillo.
En eventos especiales
como príncipe de palacio
este fruto tiene sus linajes.
En tranquilo salón,
un latte o un buen marrón,
en mesa redonda de pino,
un flamante capuchino,
saboreando un deleitoso moka,
un escocés en completa roca
y en tardes brumosas, un
cremoso o candente espumoso.
IX
En las noches…en el día…
en tardes mustias o dichosas
a toda hora, en reflexión
un sorbo de café…un trago de café,
otro sorbo de café, sin excesos,
solo…solo o fatalmente
acompañado del indomable
fúnebre humo del cigarrillo.
Un poco de café, un poco de café
un centímetro de café, sin
excesos,
sólo en la cuestionada soledad,
la mejor compañía para unos,
el peor de los ruidos para otros.
Un tonante café lentamente
degustado sabe a gloria infinita,
con otra persona, con el
ser amado,
del adversario, al lado de
un inocente y noble animal,
a veces más humano y bondadoso
que la criatura llamada hombre,
transitante túnel de lo animal
a lo humano por sus malas acciones,
egoísmo y constante envidia.
X
Aromática semilla, bastión
de los mundanos torbellinos,
del trascendental efímero
crucero
Con un poco de café, infusión divina,
se ve la vida más clara, más blanca
y se siente el deseo intenso de vivirla
cuando reflexionamos sobre su misión,
Asimismo se siente la vida sin sentido,
con angustia, angustia y mas angustia,
callejón sin salida, sin salida, derrotado
si nos rendimos por los simples,
grandes problemas de la bella vida,
jugados en parte por nosotros
por no haber leído, entendido,
el mensaje de la noble misión,
estar pensando únicamente
en la bosta sangrante de la vaca de oro,
olvidar que pueden ser
pruebas de fe enviadas por Dios.
XI
Los granos de un buen tostado
mezclados con lágrimas de lluvia
sirven para conversar en un cafetín
las banales domésticas sufridas,
soportadas por el diario trajín,
heridas blandas que no tienen fin.
Con gotas tristes de un
café,
el del estribo en esta estación,
se prepara el vuelo final, la ida
de los pájaros débiles y cansados.
Con café y alegría, alegría y café
se brinda la siembra fecunda
de misioneras gaviotas blancas
que supieron con sus rectas alas
volar muy alto, digna y decentemente,
fomentaron el bien, el respeto y el amor,
enderezaron a tiempo su perdido rumbo
y tendieron a otras sus límpidos plumajes
con la certeza de que sus adoradas crías
algún día cercano puedan tranquilas
volar en un firmamento con
brillantes
estrellas, libres de peligrosas tormentas
y en especial, de cuervos y buitres.
XII
De café en café se va la juventud,
de café en café la primavera se marchita,
se va nublando el camino recorrido.
Vivamos intensa y plenamente
el hoy, porque quizás el
mañana
nunca aquí nos corresponda.
De café en café se va el otoño,
caen las hojas cansadas,
la radiante energía astral
millonaria cambia de viento
en el inmenso universo,
se transforma, una faz distinta,
creándose nuevos espacios.
XIII
Con la mujer amada y querida,
de café en café la luciérnaga
con mustia luz de terciopelo
apaga su sonora voz incansable,
el bello crepúsculo de la tarde
queda impregnado de café
y en el corazón, la triste
nostalgia.
.Tu y yo… y un discreto café,
círculo de glorias y promesas,
despertar de un silencioso amor,
dormido, dormido en el olvido,
ramilletes de rosas en un
arroyo,
con choques de aguas enamoradas.
.Con un dulce café al caer la tarde,
dejado de llorar el cielo,
renace la solitaria noche.
Tan solo conservo en mi corazón
los gratos y tristes recuerdos
de los instantes castillos soñados
en las paredes de ese agradable café.
Después de muchas
reflexiones el silencio
ingratamente me traiciona
y la musa de la aromática bebida
en viento de huracán se ha
marchado como lo hace el navío
en la mar rumbo a su fondadero.
XIV
Saboreando un encendido café
de copa de nieve espumante
y acaramelado sabor,
me decía un amigo filósofo,
sobre la infusión de sanos
hechizos,
que ella era más sabia que el hombre,
porque su mágico aroma los une,
sin excesos protege y aun sin brillar
alumbra el empedrado camino.
XV
En la mesa diestra de ese nidoso café,
una bella joven con sus pupilas de rubí
en presencia de dos moskaccinos con
aroma de cacao llegando a las nubes,
en bajo susurro le preguntaba a su juglar:
-dime, poeta, dime:
¿Soy bella como mujer?
El bardo con mirada iluminada
respondió en rojo :relámpago:
-En poesía las flores son bellas.
Las mujeres son bellas como las flores
de la preciosa campiña celestial,
todas tienen sus encantos,
son bellas como las poesías,
nítidos espejos del alma,
aunque sus versos puedan
en un momento parecer
tristes, crueles y dolorosos.
La vida es así, alegría y llanto,
es la vida y debemos amarla.
Somos seres privilegiados
de los millones de millones que
quisieron siempre venir,
pero
no lograron que el cielo abriera
sus compuertas a la luz del sol
para tener cada día la dicha,
la bendición de sentir o contemplar
el beso y abrazo del querido
ser,
el llanto alegre de los inocentes niños,
el feliz despertar de la aurora,
de los bellos crepúsculos
con el morir de la embelesida tarde,
el perfume lírico de las lindas flores
el señero pájaro en su triste cantar,
o el beso sensual de las olas del mar.
Después de un breve silencio,
alzaron animosos sus tazas,
cruzaron miradas y sonrisas,
expresando en un solo coro:
“Brindemos por el aroma y el sabor
de este fervoroso café que es vida,
brindemos por lo bueno o
lo malo
de la hermosa y corta primavera,
y con mucha gratitud vivamos
estos fugaces y grandiosos minutos
brindados por Dios, Todopoderoso”.